20.6.07

LA SALA DE ESPERA

en la sala
una espera
el hijo que prefiere ser piedra
por no probar la endodoncia maravillosa
la rubia que aguarda una limpieza
para su cita pintada con la boca
la joven activista de ceeneté que ve la luz más roja
que cualquier peatón en su paso de cebra
que ve más negro el futuro de la idea
que ve más alegre el presente
porque papá limpia todas las bocas del mundo
la pensionista con marcapasos
que bate una plusmarca de prótesis
intenta ajustar a su mandíbula una sonrisa hecha de tierra
que empieza a escurrírsele de los labios
y dice virtudes teologales con una puta de lujo
que disimula su maestría bajo la lengua
la señora bienpensante se autoengaña
leyendo un hola bajo la lámpara art decó
y
entramos uno a uno a la silla con tubos
que recogen la saliva
meditamos la posibilidad del éxodo
dejamos que nos tumben hábilmente
dejamos que nos manipulen molares
dejamos que incidan incisivos
las manos tenazas del dentista resisten
ante mi premolar que conoce el aire por vez primera
como una ofrenda como una reliquia preciosa
me lo muestra destellante de dolor
oh diente que se salió de su fila y se pensó único
oh diente que masticó mi prisa
entre tu cuerpo óseo dije palabras bajitas
probaste tantas bocas en mi boca
cruzaste tantos puentes
supiste huir de tu brutal futuro de ortodoncia
me voy con sabor a sangre
con una boca dormida pero nueva
a mis cosas corrientes
y en seguida vuelve la costumbre
se cuela también en el espacio reciente y vacío
que la lengua reconoce al pasar por el hueco frágil
muy lentamente todo se va llenando de presente

2 comentarios:

Estupor dijo...

Me da mucho miedo ir al dentista, pero después de leer este poema, intentaré considerarlo un acto heroico.

Anónimo dijo...

Lo que más me gusta de los dentistas son las salas de espera cutres.

Donde el digno concepto "música ambiente", se convierte en un "loro" detrás de la cortina.
Donde el ocio y la espera tienen forma de revista, en la que Pipi y Terelu son portada y donde cada página tiene la textura de un billete de cinco euros.
Donde aprendemos las sombras tras las puertas
Donde admiramos los títulos del facultativo, que tiene la presuntuosidad de mostrarnos groseramente su puto curriculum, cuando lo único que queremos de verdad es que no nos duela... y justo de eso no tiene ni un jodido máster

En fin, me ha encantado tu poema...