MARÍA ELOY-GARCÍA
9.4.14
NECESITAMOS MUCHO MÁS MUNDO
Nunca he vivido por encima de mis posibilidades, salvo en los sueños, salvo en las ideas que, como dicen los alemanes, están libres de impuestos (por lo menos hasta ahora). Siempre me cubro las espaldas ante determinadas personas: políticos, pedagogos, sociólogos, economistas con o sin nobel, psicólogos y publicistas; nos llevan entre todos a un solo pensamiento, tratan de solucionar lo que una educación en todos los sentidos nos hubiese hecho más variados, con más aristas, con un criterio propio. El miedo a todo me dio la idea de escapar, me dio el horizonte, me hizo pensar, me acostumbró y me taró, pero también me hizo saber elegir. En una sociedad que renuncia al miedo, a la muerte, a la tristeza, a cambio de la línea perfecta donde no se siente, donde las satisfacciones están al alcance de todos en la línea negra ancha de la visa. Yo, que viví con lo puesto, y lo cuento ahora desde mi mac, desde mi adsl, desde mi compañía tiránica de teléfono, yo conectada con todo para no saber bien qué quiero decir, me planto. Ya está bien de los tantos por ciento que te sacan la piel a tiras, de los modélicos ejemplos de los anuncios, de las parábolas de la economía solo para que sepas que no sabes. Hay clases todavía, ahora hay gente tan pobre que no tiene tiempo para sentarse a mirar a las musarañas, hay gente tan pobre que necesita consumir lácteos y faldas cortas de 3 euros para aproximarse a la felicidad, hay que plantarse. Aquí os quedáis con vuestros anuncios cargados de buenismo, con vuestras salvaciones a costa de cadáveres flotando, de vuestras herramientas mediáticas para que nos pensemos sin futuro. Me quedo con la axila caliente de mi prójimo, con mi cerveza de oferta frente a la duda, con mi panegírico de odios, con los laguitos de calcio de las uñas, con la frente arrugada de opinar hacia adentro, con las moscas, con las cosas pequeñas, diminutas, con la felicidad del choque de los átomos para mostrar la maravilla de una sola cosa. Veamos en lo pequeño, la estructura gigante de las cosas, hoy como pan con choped y me siento en una piedra a contemplar el maravilloso espectáculo del mundo.
25.3.14
recuperando las reflexiones sobre los calientapollas
El calientapollas es un denostado, un perseguido, un vilipendiado; muy al contrario y desde mi punto de vista es un animador sociocultural, un atento en su justa medida, un subidor de autoestimas de un segundo, un pretendiente efímero, un romántico del instante, el último platónico.
Una cuestión muy distinta es la víctima. Hay que ser rápido, efectivo, contundente; no puede uno ser obsesivo, ni tampoco constante, ni reticente (salvo lo justo). Ante la posibilidad de no llegar al final conformarse con el rodeo, deleitarse en el roce y tomar de las insinuaciones el orgásmico fin.
El problema de la fama del calientapollas es el grito insistente de las víctimas desamadas, las que quedaron justo a la mitad, las que no paladearon la miel que les quedó en los labios, las que vieron los medios y entendieron un fin.
De todas las formas posibles, cuántos fuimos víctimas, cuántos calientapollas y cuántos fuimos ambos a la vez y mientras éramos próximos en la intención otros se nos aproximaban. Bonito amor profano que profana.
Los calientapollas del mundo están desaprovechados, dispuestos a animar un corazón en tres latidos justos, apoyados sobre la mesa dispuestos al guiño, sentados en sus sillones con las manos tiernas de tocar levemente. Su susurro es incomparable, son profesionales del ahora mismo, pretendientes de la línea entre el sí y el no, patrocinadores de la paja, amadores desde lejos, son tiernos y complejos, son como la sopa para uno instantáneos, monodosis, son abismos con puente levadizo, son ligeros, son ángeles fieramente humanos.
DISCURSO PARA HEMICICLO
Vamos a hacer el cambio, vamos a travestirnos de albañiles o de señoras que no van con su marido a las exposiciones de artistas de élite con sus amigas también semicultas y de izquierdas. Vamos a travestirnos de marica y vamos a travestirnos de escritor defenestrado del parnaso que es alternativo. Vamos a travestirnos de lo que nos duele, para llevar en el interior atrapado un sueño. Así comprenderemos mejor al que sufre, vamos a disfrazarnos de tolerantes con un intolerante en el interior, vamos a rondar la cabeza de los que dicen mandar como la mosca que elige calva sesuda no por empatía sino como alimento. Vamos a mendigar por las ventanillas un gesto de las administraciones, un gesto de la banca de los directores de las sucursales, vamos a travestirnos de interventor con un interior de desahuciado. Vamos a travestirnos de desahuciado con interior de orejas con su perla. ¡Qué bonito ver el gesto en las intervenciones políticas! La gente, señores, no vive del gesto, vive del gasto y no solo es una cuestión vocálica. Disfracémonos de vocal para hacerle la jugada al escritor, digamos qué pene más grande, o digamos que vendemos un producto a través del spam que estira la pena, para ustedes señores grandes dosis de pena entre las piernas. Travistámonos de prisa para decir lentas palabras, travistámonos de lo ignoto para llevar dentro la gran sabiduría. Somos monos disfrazados de alta cultura megalítica, no hay diferencia entre el percutor de piedra y el colisionador de hadrones, el mundo sueña con su liturgia de hazañas y sigue siendo el motor la cabeza llena de mercado, la cabeza llena de tecnología pura. Travistámonos de abismo con interior de tierra llana, con interior de lluvia y de rayito de sol, seamos la tristeza en sí con un abrigo de pelo, seamos el estampado feliz en el vestido de una diosa. Podemos serlo todo, ¿por qué no serlo todo? Mientras la ciencia saca el metro para solucionar las grandes preguntas, el arte disfrazado de mito ensaya las grandes respuestas. Travestidos de tierra vamos a llevar en el interior un supercielo de estrellas.
6.4.11
TEXTO DENSÍSIMO PARA MARÍA DE LA MAYA
Si tenemos en cuenta que el joven Werther se aniquila a sí mismo por Carlota, por el amor imposible, por la idea de ella y el poder de lo imaginado sobre lo real, estamos haciendo eso mismo constantemente por todo. Para mí, carlota es la papiroflexia, es más lo que imagino llegar a hacer que lo poco que hasta ahora he hecho, lo poco que tengo de ella. Me compro los papeles cortados en cuadrados perfectos, les he buscado una carpeta, los corto con la guillotina con el amor que el verdugo le pone a su trabajo finísimo con la cabeza de cualquier maríantonieta, les doy un lugar privilegiado en mi casa, incluso miro los papeles desde lejos, me miro las manos siempre toscas y brutas frente a la delicadeza de la figura. Todo es poco para lo que quiero, rondo los vértices del objeto, los quiero, quiero cada cosa aún más compleja si cabe y cada objeto acabado es un fracaso, una desesperanza, como ese Werther desdichado dando vueltas en su habitación intentando racionalizar lo que ya estaba perdido.
Cada día es un éxito y un fracaso, eso lo sabe quien vive al minuto, para quien cada día es el último y el primero. Cada uno tiene su carlota, pero debe saber que en cada carlota resiste un final tristísimo, un abandono. Cuando se trabaja arduamente el imposible, el imposible se da, es inevitable. Hay que querer desesperadamente, intensamente y preparar el final. Yo sé que la papiroflexia será efímera, es lo efímero, es la escultura más frágil que se puede, no sirve para nada ya hecha es el desastre, lo que no se mirará, basta la palma de la mano para destrozar sobre la mesa lo concienzudamente manipulado, pero en su fragilidad reside su grandeza, una figura acabada es solo el comienzo de otra. Pero algún día se acabará, tiraré las figuras apiladas sin recordar la grandeza de aquel segundo, caerán pajaritas y grullas y pájaros y una rana y dos o tres estrellas modulares y el delfín y la tortuga y todas se harán papel volando en su reciclado con los restos de embalar jamones, con los restos de una revista porno, con los restos del cartón de una caja que un día llevó carpetas AZ. Pero resistirá un único plegado, el de la gaviota que por una sola vez pensará que está en su sitio y sus congéneres le graznarán al oído y ella, inmutable, será en ese momento una terrible y contundente Carlota.
Cada día es un éxito y un fracaso, eso lo sabe quien vive al minuto, para quien cada día es el último y el primero. Cada uno tiene su carlota, pero debe saber que en cada carlota resiste un final tristísimo, un abandono. Cuando se trabaja arduamente el imposible, el imposible se da, es inevitable. Hay que querer desesperadamente, intensamente y preparar el final. Yo sé que la papiroflexia será efímera, es lo efímero, es la escultura más frágil que se puede, no sirve para nada ya hecha es el desastre, lo que no se mirará, basta la palma de la mano para destrozar sobre la mesa lo concienzudamente manipulado, pero en su fragilidad reside su grandeza, una figura acabada es solo el comienzo de otra. Pero algún día se acabará, tiraré las figuras apiladas sin recordar la grandeza de aquel segundo, caerán pajaritas y grullas y pájaros y una rana y dos o tres estrellas modulares y el delfín y la tortuga y todas se harán papel volando en su reciclado con los restos de embalar jamones, con los restos de una revista porno, con los restos del cartón de una caja que un día llevó carpetas AZ. Pero resistirá un único plegado, el de la gaviota que por una sola vez pensará que está en su sitio y sus congéneres le graznarán al oído y ella, inmutable, será en ese momento una terrible y contundente Carlota.
19.1.11
EL MÉTODO CIENTÍFICO DEL RUMOR o el cansancio de que todo se dignifique cuando lo tildamos de científico
Hoy estoy terca de mundo, con ganas de sublimarlo todo, de teorizar sobre lo milimétrico, de hacer el método científico de un rumor, de competir con una piedra. Veo a la señora de enfrente exponer un rumor que ha recogido de otras puertas, que emite desde la suya con tantos añadidos como un barco hundido se adhiere especies marinas en el costado y muestra una imagen distinta con una base idéntica. Observo el fenómeno presentado de forma casual, extraigo la conclusión de que el rumor solo es verdad si la experiencia general se precipita hacia lo particular: lo que sucedió y lo que se le añade. Un rumor es un alud que añade nieve poco a poco, si esto no sucediese no estaría en constante movimiento. La hipótesis es que el rumor es puro movimiento. La trayectoria es la boca de la señora y una oreja cualquiera. Yo soy el observador, el desplazamiento se produce como leve brisa susurrada, la dirección tiene un eje imaginario que incide por dos segundos en sus manos insistiendo en la infidelidad, en sus ojos perseverando que lo vio todo. Todo tiene un sentido. Si tomamos el rumor desde la mecánica relativista el conjunto de coordenadas espacio-temporales permiten identificar el rumor en un punto del espacio físico y en su orden cronológico de sucesos. Hablaríamos de cuatro vectores ortonormales (1 temporal y 3 espaciales); sucede con todo como con la partícula, todo tiene su cinemática. El rumor es la prisa, la velocidad del añadido, el postizo, lo que se expone frente a lo que sucedió, una visión idealizada que cristaliza realidades. El rumor es una de las pocas cosas capaz de traspasar imaginación y realidad y está sucediendo cada día, en todas las ciudades, durante la noche, es el teatro de lo real, lo real dramatizado.
19.11.10
DISCURSO NATURAL-ARTIFICIAL (Final, por fin)
Lo natural se va encaminando secretamente hacia su lado más radical y surgen corpúsculos de modernos newage que consumen productos ecológicos, algo así como los “productos de toda la vida”, pero con un precio aumentado hasta el horror. ¿Quién le diría a mi abuela ahora que su sabor a tomate “de toda la vida” sólo es posible para un sector económico concreto? Pollos de corral criados con productos naturales que rompen en el mercado para consumistas que niegan serlo, para individuos cuya conciencia extrema lleva a no poder digerir ni un solo conservante. Lo que a la clase media en su prejuicio nos radia de e-532 ó 438, ellos lo rechazan por unas patatas de la huerta y una música calma que en su quinta planta del éxtasis les lleva a un universo más natural y paradisíaco. Los paraísos siempre son artificiales.
En el caso de la ciencia, que se asemeja a una nueva forma de religión, el proceso es sumamente curioso. Lo artificial es bueno si se toma desde el punto de vista científico, tanto es así que ya casi cualquier cosa que pretenda dignificarse adquiere sorprendentemente el rol de ciencia: las humanidades, la filosofía, la religión...Si puede probarse es, si no puede probarse no es. Más allá, si es científico tiene rigor, si no lo es resulta pasto de la intuición o del azar. He visto analizar casi freudianamente pinturas de las cuevas de Altamira o Lascaux, intentando hallar en el más allá del más allá, datos y comprobaciones sobre la sexualidad de algunas pinturas de animales y otras formas de representación, en un estudio serio y científico. Estudios científicos han dicho, a veces, vaguedades tales que era menester la última fe del último cruzado para empezar siquiera a entenderlas.
En realidad surgen ideas y conceptos nuevos para mantener siempre un debate viejo entre aquel que ve lo que hay y aquel que ve lo que hubo, porque cuesta, cuesta mucho aprender y todavía (y ese creo que es el problema) cuesta muchísimo más desaprender y seguir adelante.
En el caso de la ciencia, que se asemeja a una nueva forma de religión, el proceso es sumamente curioso. Lo artificial es bueno si se toma desde el punto de vista científico, tanto es así que ya casi cualquier cosa que pretenda dignificarse adquiere sorprendentemente el rol de ciencia: las humanidades, la filosofía, la religión...Si puede probarse es, si no puede probarse no es. Más allá, si es científico tiene rigor, si no lo es resulta pasto de la intuición o del azar. He visto analizar casi freudianamente pinturas de las cuevas de Altamira o Lascaux, intentando hallar en el más allá del más allá, datos y comprobaciones sobre la sexualidad de algunas pinturas de animales y otras formas de representación, en un estudio serio y científico. Estudios científicos han dicho, a veces, vaguedades tales que era menester la última fe del último cruzado para empezar siquiera a entenderlas.
En realidad surgen ideas y conceptos nuevos para mantener siempre un debate viejo entre aquel que ve lo que hay y aquel que ve lo que hubo, porque cuesta, cuesta mucho aprender y todavía (y ese creo que es el problema) cuesta muchísimo más desaprender y seguir adelante.
DISCURSO NATURAL-ARTIFICIAL (Medios de masas)
Si seguimos analizando lo artificial, también las películas son significativas, cualquier película de ciencia ficción nos advierte de la deshumanización futura que conllevan las nuevas tecnologías como fondo principal. El futuro aparece como un mundo inhóspito recién salido de una catástrofe provocada por nosotros y que se resiste a seguir avanzando puesto que está ya escarmentada de su ansia de progreso. Es frecuente en esas películas la aparición fundamental en la trama de un grupo de humanos que representa la Resistencia (nombre adecuadísimo), que defiende los valores “de toda la vida” y por tanto lo que en la añorada Tierra era lo natural. Si uno lo analiza un poco desde el prisma de lo político, nos hemos puesto siempre en todas esas películas de parte del humano arrepentido por su implicación en el cataclismo que añora los paisajes estereotipados de la tierra. Esto quiere decir que ante un holocausto a un ser humano se le viene a la memoria la postal de una cascada paradisíaca que nunca vio y de la que nunca participó, nos volvemos un tanto conservadores frente al miedo inesperado de lo nuevo y cómo lo nuevo repercute en el futuro; de alguna manera nos cuesta ver el proceso histórico simple de adaptar lo nuevo hasta conseguir hacerlo cotidiano.
Con el mundo de la comunicación de masas el proceso es idéntico, tenemos siempre un recelo negativo al principio. Los mensajes sms de cualquier móvil influyen de manera negativa en el uso correcto del idioma que tiene per se sus propias abreviaturas y que no acepta en modo alguno el aluvión de códigos nuevos que el propio soporte acepta. La cuestión económica es aquí fundamental, nos vemos obligados a reducir sin dejar de decir para abaratar, de una manera que me recuerda al lenguaje poético. Hay que ser metafórico, poético, puesto que hay que decirlo todo en el menor espacio posible. De repente es casi una declaración de intenciones, algo así como escriba con el menor carácter posible, economice. No vemos nunca lo que se abre porque esperamos espantados a esa puerta que se cierra.
La televisión es, sin duda, el medio más controvertido. Aceptada ya, con reservas por los intelectuales, surge de repente un nuevo malestar que ronda lo ético, lo moral ¿se utiliza bien? ¿la utilizan bien? Sin entrar a responder una pregunta para la que de verdad no me siento preparada, me inquieta la postura de algunas personas que frente al gran tótem moderno, frente al pequeño electrodoméstico con un mundo abierto de par en par, evidentemente artificial, deciden no mirar. Repentinamente me asaltan las frases sorprendentemente peyorativas de “no veo la televisión”, “yo es que duermo fatal”, nunca me aburro”; la dignidad pasa por ser un individuo que responde a las exigencias del guión: sea activo, no piense (aburrirse es tener demasiado tiempo para pensar), consuma y entienda que usted también es un creativo. Tópicos insertos en una sociedad compulsiva que reflexiona por simbiosis y no por criterios propios. La televisión es un agujero falso abierto a un mundo falso como Madame Bovary o como La Divina Comedia, simplemente hay que tomar lo que a uno le interesa, pero cerrar las puertas a un mundo es un modo de prejuicio. Creo, además, que la televisión va a ser un soporte interesante para el arte del futuro.
El arte plantea también su debate personal con lo natural y lo artificial, el formato libro o lienzo está seriamente amenazado ante la avalancha de los nuevos soportes (autoedición en internet, las imágenes digitales, las instalaciones, etc..) Impone pensar que se acaben los libros de “toda la vida”, sin embargo no impone tanto que se acabe la “literatura de toda la vida”, aquí resulta más nostálgico el continente que el contenido. El “artista de toda la vida” tiene un problema de presente con su “lienzo de toda la vida”. Mientras la raza cibernética de artistas – avalancha se autoedita, se conoce, se alimenta. Sucede que las razas fuertes aniquilan a las débiles y aunque digitales, fueron creados a imagen y semejanza de los homo sapiens.
Con el mundo de la comunicación de masas el proceso es idéntico, tenemos siempre un recelo negativo al principio. Los mensajes sms de cualquier móvil influyen de manera negativa en el uso correcto del idioma que tiene per se sus propias abreviaturas y que no acepta en modo alguno el aluvión de códigos nuevos que el propio soporte acepta. La cuestión económica es aquí fundamental, nos vemos obligados a reducir sin dejar de decir para abaratar, de una manera que me recuerda al lenguaje poético. Hay que ser metafórico, poético, puesto que hay que decirlo todo en el menor espacio posible. De repente es casi una declaración de intenciones, algo así como escriba con el menor carácter posible, economice. No vemos nunca lo que se abre porque esperamos espantados a esa puerta que se cierra.
La televisión es, sin duda, el medio más controvertido. Aceptada ya, con reservas por los intelectuales, surge de repente un nuevo malestar que ronda lo ético, lo moral ¿se utiliza bien? ¿la utilizan bien? Sin entrar a responder una pregunta para la que de verdad no me siento preparada, me inquieta la postura de algunas personas que frente al gran tótem moderno, frente al pequeño electrodoméstico con un mundo abierto de par en par, evidentemente artificial, deciden no mirar. Repentinamente me asaltan las frases sorprendentemente peyorativas de “no veo la televisión”, “yo es que duermo fatal”, nunca me aburro”; la dignidad pasa por ser un individuo que responde a las exigencias del guión: sea activo, no piense (aburrirse es tener demasiado tiempo para pensar), consuma y entienda que usted también es un creativo. Tópicos insertos en una sociedad compulsiva que reflexiona por simbiosis y no por criterios propios. La televisión es un agujero falso abierto a un mundo falso como Madame Bovary o como La Divina Comedia, simplemente hay que tomar lo que a uno le interesa, pero cerrar las puertas a un mundo es un modo de prejuicio. Creo, además, que la televisión va a ser un soporte interesante para el arte del futuro.
El arte plantea también su debate personal con lo natural y lo artificial, el formato libro o lienzo está seriamente amenazado ante la avalancha de los nuevos soportes (autoedición en internet, las imágenes digitales, las instalaciones, etc..) Impone pensar que se acaben los libros de “toda la vida”, sin embargo no impone tanto que se acabe la “literatura de toda la vida”, aquí resulta más nostálgico el continente que el contenido. El “artista de toda la vida” tiene un problema de presente con su “lienzo de toda la vida”. Mientras la raza cibernética de artistas – avalancha se autoedita, se conoce, se alimenta. Sucede que las razas fuertes aniquilan a las débiles y aunque digitales, fueron creados a imagen y semejanza de los homo sapiens.
DISCURSO NATURAL-ARTIFICIAL Cap. III (Autoría del fin del mundo)
En otro orden y casi en el mismo de las cosas, el proceso artificial nos lleva todavía a un problema de mayor envergadura, la catástrofe natural provocada por nuestro artificial desenfreno. Haciendo un análisis quizá demasiado somero sobre la autoría del fin del mundo (que daría para un libro entero en profundidad), descubre uno que la evolución humana es paralela en todas las disciplinas que queramos. Pongamos pues la autoría del fin del mundo como título. Desde los inicios del hombre, y por poner un ejemplo que lo ilustre citaré Stonenghe, ya creamos dioses que en un principio eran el sol, la luna, en resumen todo lo que se veía y tenía enigma; estos dioses tenían la capacidad de enviarnos terremotos, lluvias y catástrofes varias por nuestro siempre admitido mal comportamiento; después decidimos que los dioses (que seguían siendo muchos) podían ser también antropomorfos (griegos, romanos) e incluso zoomorfos (egipcios), estos dioses también se indignaban con nosotros por el susodicho mal comportamiento y por tanto eran ellos los hacedores de todas las catástrofes, aunque la responsabilidad seguía siendo nuestra. La edad medieval trajo un solo dios verdadero que tampoco tuvo mucha paciencia con nosotros y se convirtió en el castigador de nuestros actos, este dios seguía siendo el hacedor de nuestras catástrofes y nosotros los responsables; con la época renacentista y las posteriores fuimos convenciéndonos de que más que dios somos nosotros nuestro centro y que por tanto las catástrofes se explican de una manera u otra, en la época romántica aceptábamos los desastres naturales hasta con complacencia, habíamos llegado al equilibrio de se cae me cae todo encima pero yo sencillamente lo comprendo; por último y teniendo en cuenta que hemos llegado a modificar estados naturales por nuestra mano artificial, ya sin problema ninguno en reconocer que no hay dioses que valgan y que si hay dios somos nosotros, la autoría del fin del mundo se concentra ya en “nos lo guisamos y nos lo comemos”, no sólo somos los responsables como siempre y no sólo ya lo comprendemos, sino que somos nosotros mismos los que lo gestamos, ahora ya cometemos un delito que revierte en nosotros, a falta de dioses buenas son tortas. En la eterna dualidad nuestro mal lleva castigo y el sueño desencanto.
DISCURSO NATURAL-ARTIFICIAL CAP. II (Ciencia y publicidad)
A la ciencia le ha costado que el profano se acerque a su templo, los sanadores han tardado bastante en vender su crecepelo, al sacerdote le cuesta hacer ver a sus adeptos la urgente necesidad de compartir a su dios, que existe sólo con fe; pero todos ellos han entendido que la manera perfecta de introducir al ganado-perdido es la demostración empírica: si demuestro científicamente que esto es así, será así. Aquí lo artificial es positivo, puesto que remedia o consuela. Un champú lava más y mejor si lleva un componente científico, pero todavía será más provechoso para nuestra salud si no tenemos ni idea de en qué consiste ese componente; esto es, si el champú en cuestión lleva micropartículas de cera, será mucho más suavizante por la cera y efectivo por las micropartículas. En realidad aquí no hay duda, lo artificial es mucho más sano lo que resulta irónico después de ver que las micropartículas de un pesticida que a su vez son negativas por lo artificial salvan a la planta de lo natural y la planta se convierte por simbiosis en artificial y por tanto a nosotros nos afecta de manera negativa.
Más allá de estos conceptos, el publicista y el empresario conscientes de la idea prefijada de los consumidores, deciden la evolución pongamos por caso del yogur (que es un ejemplo fascinante): fue primero el yogur “de toda la vida”, esto es, el yogur con su proceso casero, adjetivo que aparece no por casualidad (casero es igual a natural también en este caso); poco después aparece el yogur con tropezones de fruta, después ya la fruta se disuelve en el yogur, acto seguido y en esta competencia feroz aparece el yogur con bífidus activo que ya es la sofisticación del término yogur, más adelante y a efectos de la tecnología de la alimentación extraen la vitamina de otro alimento y se la adhieren al yogur, aparece el yogur con vitamina c y bífidus activo, pero ante la creciente demanda de sabores de “toda la vida” deciden por fin cerrar el círculo y acabar en un yogur que “sabe al de toda la vida” pero que en modo alguno es el de “toda la vida”, puesto que aquí no se puede retroceder a lo natural, sería claramente negativo.
Procesamos ambos términos de una manera inconsciente a través de lo que la publicidad nos dicta, muy a sabiendas de que todo es en realidad natural y lo artificial nuestra manera de sobrevivir a lo inevitable.
Más allá de estos conceptos, el publicista y el empresario conscientes de la idea prefijada de los consumidores, deciden la evolución pongamos por caso del yogur (que es un ejemplo fascinante): fue primero el yogur “de toda la vida”, esto es, el yogur con su proceso casero, adjetivo que aparece no por casualidad (casero es igual a natural también en este caso); poco después aparece el yogur con tropezones de fruta, después ya la fruta se disuelve en el yogur, acto seguido y en esta competencia feroz aparece el yogur con bífidus activo que ya es la sofisticación del término yogur, más adelante y a efectos de la tecnología de la alimentación extraen la vitamina de otro alimento y se la adhieren al yogur, aparece el yogur con vitamina c y bífidus activo, pero ante la creciente demanda de sabores de “toda la vida” deciden por fin cerrar el círculo y acabar en un yogur que “sabe al de toda la vida” pero que en modo alguno es el de “toda la vida”, puesto que aquí no se puede retroceder a lo natural, sería claramente negativo.
Procesamos ambos términos de una manera inconsciente a través de lo que la publicidad nos dicta, muy a sabiendas de que todo es en realidad natural y lo artificial nuestra manera de sobrevivir a lo inevitable.
DISCURSO NATURAL-ARTIFICIAL CAPÍTULO I (Introducción)
Resultaría una obviedad decir que es natural hasta lo artificial, puesto que el hombre es natural y sus actos, opiniones y demás lo son también por tanto; imposible crear ex novo, como Dios, imposible crear una cama (citando el ejemplo de Platón) en esencia, pero cada pequeña innovación que revoluciona y convulsiona nuestro mundo tiene unos efectos y reflexiones que merecen ser tomadas en cuenta. A cada innovación se le pone la etiqueta de artificial, a cada mezcla de cosas, a cada descubrimiento de la naturaleza incluso, a cada sacar una cosa de su contexto habitual, se crea así en nuestra conciencia y en nuestras opiniones cierta ética un tanto maniquea de lo positivo y lo negativo en cuanto a estas cuestiones. A mí, simplemente, se me ocurre que lo peyorativo que subyace en nuestra conciencia de lo artificial y, por tanto lo positivo que subyace en lo natural, merecen una cierta revisión.
Actualmente vivimos inmersos en un discurso ético que, probablemente sea un discurso viejo en su esencia pero nuevo en su sustancia. Siempre hemos tendido a reducir para simplificar elecciones, la cuestión planteada claramente es lo natural frente a lo artificial y por tanto lo nuevo frente a la tradición, es por esto que digo que el discurso es viejo. La tradición está llena de adeptos, de fanáticos casi, mientras que lo nuevo (artificial) implica un cierto riesgo para cualquiera. De alguna manera la forma de belleza surgida de las operaciones de cirugía estética, por ejemplo, establecen nuevos juicios de valor que siguen siendo en principio bastante platónicos todavía; esto es, cuanto más se asemeje el resultado a la realidad de la naturaleza antes estableceremos el juicio positivo (mimesis). Los rostros sin mueca no son bellos –decidimos- porque sencillamente no son naturales o porque nos sorprenden. Cada novedad implica un proceso paralelo al de la historia, en el caso de un juicio estético, de la estética; en el caso de un juicio ético, de la ética. Necesitamos ante la novedad volvernos platónicos y esperar a que la estandarización nos lo revele como “de toda la vida”, esa frase que es patente de corso para acercarse a lo verdadero y a la que recurriré en un sin fin de veces. El discurso se convierte en la fórmula lógica siguiente: si sólo si es “de toda la vida” es igual verdadero.
Lo artificial es, sin embargo, tarea aparte. Todos decidimos que nuestro éxito social radica en una naturalidad desbordante que el interlocutor descifra como cómoda. Sin embargo, lo artificial que se asocia a la mentira (volvemos a la mimesis platónica) es fundamental en nuestras vidas: educación, protocolo, cosméticos, indumentaria... sin mencionar el autoengaño cotidiano para ser. Poniendo un ejemplo contemporáneo que llamaré el efecto tuning, el individuo toma un objeto hecho en serie que podría compararse al “objeto de toda la vida” y lo modifica a su libre albedrío, le añade y le añade hasta que el objeto en serie es ya un objeto individual, del objeto objetivo al objeto subjetivo. El resultado es un escándalo para el que lo ve y el objeto repentinamente manierista, aquí el manierismo del Greco por ejemplo es la exacerbación de lo artificial, artificial para el arte y por tanto doblemente artificial para lo natural. Entonces el tuning existe desde siempre, maquillarse, vestirse, fingir, hacer literatura. Hacer arte es pues tunear la naturaleza. Así falsear, artificializar, son hechos cotidianos y por supuesto artísticos (Platón echó por eso a los artistas de su República).
La ética y la moral que subyacen dentro de las frases: estos tomates ya no saben como los de antes, se nota que se ha operado las tetas o ¿esto es un hombre o una mujer? es digna de estudio. Cada una de esas frases lleva una idea común, el hecho de no haber procesado la teoría antes que el acto. La crisis de un tomate que no sabe a lo que supuestamente debe saber, la crisis de unas tetas sin naturaleza rellenas de algo que no da el aspecto natural, la mujer o el hombre que no se identifica como los demás esperan o acostumbran. Sufrimos la crisis de la no identificación, como en el arte abstracto. Sin información y sin superar la teoría somos pasto del prejuicio que también es artificial.
Actualmente vivimos inmersos en un discurso ético que, probablemente sea un discurso viejo en su esencia pero nuevo en su sustancia. Siempre hemos tendido a reducir para simplificar elecciones, la cuestión planteada claramente es lo natural frente a lo artificial y por tanto lo nuevo frente a la tradición, es por esto que digo que el discurso es viejo. La tradición está llena de adeptos, de fanáticos casi, mientras que lo nuevo (artificial) implica un cierto riesgo para cualquiera. De alguna manera la forma de belleza surgida de las operaciones de cirugía estética, por ejemplo, establecen nuevos juicios de valor que siguen siendo en principio bastante platónicos todavía; esto es, cuanto más se asemeje el resultado a la realidad de la naturaleza antes estableceremos el juicio positivo (mimesis). Los rostros sin mueca no son bellos –decidimos- porque sencillamente no son naturales o porque nos sorprenden. Cada novedad implica un proceso paralelo al de la historia, en el caso de un juicio estético, de la estética; en el caso de un juicio ético, de la ética. Necesitamos ante la novedad volvernos platónicos y esperar a que la estandarización nos lo revele como “de toda la vida”, esa frase que es patente de corso para acercarse a lo verdadero y a la que recurriré en un sin fin de veces. El discurso se convierte en la fórmula lógica siguiente: si sólo si es “de toda la vida” es igual verdadero.
Lo artificial es, sin embargo, tarea aparte. Todos decidimos que nuestro éxito social radica en una naturalidad desbordante que el interlocutor descifra como cómoda. Sin embargo, lo artificial que se asocia a la mentira (volvemos a la mimesis platónica) es fundamental en nuestras vidas: educación, protocolo, cosméticos, indumentaria... sin mencionar el autoengaño cotidiano para ser. Poniendo un ejemplo contemporáneo que llamaré el efecto tuning, el individuo toma un objeto hecho en serie que podría compararse al “objeto de toda la vida” y lo modifica a su libre albedrío, le añade y le añade hasta que el objeto en serie es ya un objeto individual, del objeto objetivo al objeto subjetivo. El resultado es un escándalo para el que lo ve y el objeto repentinamente manierista, aquí el manierismo del Greco por ejemplo es la exacerbación de lo artificial, artificial para el arte y por tanto doblemente artificial para lo natural. Entonces el tuning existe desde siempre, maquillarse, vestirse, fingir, hacer literatura. Hacer arte es pues tunear la naturaleza. Así falsear, artificializar, son hechos cotidianos y por supuesto artísticos (Platón echó por eso a los artistas de su República).
La ética y la moral que subyacen dentro de las frases: estos tomates ya no saben como los de antes, se nota que se ha operado las tetas o ¿esto es un hombre o una mujer? es digna de estudio. Cada una de esas frases lleva una idea común, el hecho de no haber procesado la teoría antes que el acto. La crisis de un tomate que no sabe a lo que supuestamente debe saber, la crisis de unas tetas sin naturaleza rellenas de algo que no da el aspecto natural, la mujer o el hombre que no se identifica como los demás esperan o acostumbran. Sufrimos la crisis de la no identificación, como en el arte abstracto. Sin información y sin superar la teoría somos pasto del prejuicio que también es artificial.
20.5.09
HABLEMOS DE WARE
"CATÁLOGO DE NOVEDADES ACME", Chris Ware: EDITORIAL MONDADORI, 2009
Hablemos de Ware, Chris. Desde que leí su Catálogo de novedades ACME algo ha cambiado, como antes me sucedía con los libros de poesía, como antes me sucedía en los sitios repletos de arte. Leer y cambiar, que algo se remueva por dentro. Hablemos de Ware, Chris: frustración hecha idea, hecha sorna, hecha mano a punto de dar un sopapo. Y te lo da -el sopapo- y te quedas con la mueca de sonrisa arcaica con el veneno inyectado. Así cae la idea de América, la idea de occidente, la idea de sociedad de consumo, sin tener que recurrir a citas intelectuales ni tomos vastos de filósofos ardientes. Él sencillamente expone su tristeza de estar en el mundo, la pesadez de la gravedad, el absurdo modelo que uno construye como un castillo de naipes. De repente las cosas cambian: cambia lo poético mezclado con ciencia ficción dentro de un personaje que se encuentra solo y construye seres metálicos para que le acompañen en la idea y cambia la publicidad en una crítica desde dentro en la venta ya de lo imposible y cambia la idea masculina reducida hasta el absurdo y cambia el cómic hecho resentimiento. Cuando uno descubre el mundo se ensancha: no parar entonces, no parar nunca. Descubrir a Ware es empezar de nuevo a construir otra vez lo ya creído de antemano. Brillante invención de la historia del cómic, brillante invención del mundo, brillante gestión del color y del dolor. El filósofo hecho sorna, lo que piensa desde el exilio el poeta echado de la República, porque a Ware hay que echarlo del mundo para que no muestre la intensidad de lo que existe. Genial, sí. Único.
22.4.09
LOS CONVERSOS
Ya quería escribir desde hace tiempo de los conversos. Nada peor que un converso, nada peor que alguien que cae de un caballo y ve de repente la realidad parcial de un gran descubrimiento, porque para el converso la verdad (esa palabra-pánico) es desde ese momento la-Cosa, gira alrededor de la-Cosa, habla constantemente de la-Cosa y pretende hacernos ver a todos la maravilla de la-Cosa. Por supuesto, uno se arma de paciencia porque, quién no se ha sentido recién convertido. Cuántas veces hemos actuado como nuevosricos con la cosa recién descubierta: la India (todos los que han ido vuelven idiotizados con la idea de un vishnú tan reciente, tan de todoacien, tan de escayola, que hasta la idea tiene rebabas); dejar de fumar (la mayoría de los que dejan de fumar creen que los que siguen fumando empiezan a morirse justo en ese momento); la literatura (los conversos pretenden ser poetas al instante y son profesionales antes de tener una tierna intuición y miden en número sus volúmenes de biblioteca y cuentan los libros que se leen por segundo y diseccionan su obra con la precisión de un filólogo); los electrodomésticos (aquel que nunca tuvo microondas siempre penará por los círculos más drásticos del infierno contemporáneo por no haberse descubierto a tiempo la descongelación o el vaso de leche acelerado), el arte (quizá el más cruel con los conversos es el arte plástico: son sagradas la videoinstalación y la performance, aunque es necesario saber que si dices “esta miga de pan en el mantel es muy conceptual” no es discutible y siempre llevarás razón, todo el mundo pensará que estás preparado y más aún si lo dices subiéndote tus nuevas gafas de pasta o atusándote las patillas de cantante británico popero); las maravillas del diseño gráfico (quién no sabe cuando se introduce en el mundo del diseño que todo es packaging, que todo es eslógan, que el mundo es ahora cyan y que una imagen es una identidad); la modernidad (sabiendo lo que les costó a los franceses describirla cuando la tuvieron delante, casi mejor pongo unos socorridos ...); la pastilla de la lavadora con cirulillos activos y esencia de jojoba (jamás otra marca por muy barata que sea igualará la potencia que tienes delante, gel por un lado y detergente por otro tiene que ser eficaz, tiene que ser trascendente, tiene que ser moderno, tiene que ser conceptual, tiene que ser arte, tiene que ser la India); la religión (San Pablo el verdadero traidor de la idea); el amplio mundo del suavizante de pelo (antes existía solo y un único champú, pero cuánto mejoró la sociedad con sus sus dulces y revitalizantes activos, sus disulfuros de selenio con ritmo de filósofo del tiempo de Parménides)
Y lo peor, lo peor con diferencia es la pérdida del humor, la aniquilación de la ironía, la seriedad con la que uno se toma la vida desde entonces. En el proceso de aprender existe, caliente y ralentizado, un proceso de desaprendizaje posterior. Si uno no desaprende, difícilmente podrá comprender desde la distancia el crisol de las cosas abiertas. Un converso es un detenido en el instante del descubrimiento, un pausado, un presente constantemente rebobinado, un diógenes de una sola cosa, un obsesivo encallado, un peregrino fiel de la unidad, un estresado unívoco, un sectario hambriento de razones que darse a sí mismo. A mi juicio, el converso hace del hecho de ver una ceguera completa. Quizá este texto es un buen ejemplo que ilustra la idea. ¿Será esto verdad? Mi verdad es, intuyo, pasto de pasado mañana, famélica de un día, volátil como el segundo, degenerada como yo.
Y lo peor, lo peor con diferencia es la pérdida del humor, la aniquilación de la ironía, la seriedad con la que uno se toma la vida desde entonces. En el proceso de aprender existe, caliente y ralentizado, un proceso de desaprendizaje posterior. Si uno no desaprende, difícilmente podrá comprender desde la distancia el crisol de las cosas abiertas. Un converso es un detenido en el instante del descubrimiento, un pausado, un presente constantemente rebobinado, un diógenes de una sola cosa, un obsesivo encallado, un peregrino fiel de la unidad, un estresado unívoco, un sectario hambriento de razones que darse a sí mismo. A mi juicio, el converso hace del hecho de ver una ceguera completa. Quizá este texto es un buen ejemplo que ilustra la idea. ¿Será esto verdad? Mi verdad es, intuyo, pasto de pasado mañana, famélica de un día, volátil como el segundo, degenerada como yo.
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